Close-up of a group of horses running free in rural Utah, USA.

¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?

ESPIRITUALIDAD. En una aldea muy pobre vivía un hombre ya mayor con su hijo que por toda fortuna tenían un viejo caballo que utilizaban para trabajar llevando la carga de la cosecha.

Un día se produjo una fuerte tormenta y, con los rayos y relámpagos, el caballo se asustó, se soltó de sus ataduras y escapó.

A la mañana siguiente todo el pueblo se enteró de la noticia, se acercaron al campesino y le transmitieron su pesar.

– Que pena hombre, ahora ¿cómo podrás arreglártelas sin el caballo para el trabajo? Ya es una fatalidad que se escapara.

El hombre con una expresión impávida dijo:

– ¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?

Al cabo de unos días, en la parte trasera de la casa apareció el caballo que trajo consigo otros caballos salvajes del monte.

Todo el mundo se alegró en el pueblo y fueron a dar la enhorabuena al hombre diciéndole,

– Ahora será rico. Podrá vender estos caballos y no volver a trabajar

Y el hombre volvió a responder a las bienaventuranzas

– ¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?

Su hijo que era un muchacho joven y curtido comenzó a domar a los caballos salvajes, pero con tan mala suerte que uno de los caballos lo tiró al suelo y el joven se rompió ambas piernas.

Todos en el pueblo estaban apenados, ya que el joven era el único apoyo que tenía el hombre mayor para realizar la doma de los nuevos caballos. Volvieron a su casa diciendo:

– ¡Qué pena, ahora no podrás domar los caballos y encima te gastarán en comida!

El hombre volvió a repetir:

– ¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?

Poco tiempo después, llegaron al pueblo unos jinetes del rey reclutando a todos los jóvenes de la aldea para ir a la guerra. El hijo del anciano fue el único que no se llevaron, pues no se había recuperado de sus lesiones. Entonces el hombre volvió a repetir:

– ¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?